¡Esto es para Ti!

Quiero decirte a ti y a tu corazón, distrayéndolos unos minutos, que ERES un Ser maravilloso, espectacular, lleno de amor y realmente importante. Seguro estoy que todo lo que has hecho tiene ya su magnífica contribución. Que cada paso que has dado ha sumado a lo que todos hemos formado. Así que desde este espacio y desde el corazón, te doy las gracias.

Sabes, te quiero compartir algo, de vez en vez, más a menudo que lo que yo suponía, no me permitía parar un momento y reconocer lo que había hecho en esta aventura llamada vida.

Durante mi infancia aprendí que no había que ser soberbio, —  (no entendía que era eso, pero por lo que percibía, sentía que no era algo bueno)–  que era de pésima educación reconocerme porque de una u otra manera era mi obligación entregar esos resultados escolares, familiares, de hijo, de hermano y los que le quieras sumar. En todo caso, no llegar a ellos, suponía que a mí me convertía en una persona no apta para pertenecer a un colectivo. De vergüenzas, tristezas, confusión y una contante culpabilidad, estuvieron coloreados estos pasajes de la infancia.

Recordé mucho tiempo después que todas las personas irradian amor, que todas las personas son de naturaleza divina y que lo divino no tiene forma de ser sinónimo de maldad. Lo que me llevo más tiempo fue darme cuenta de que yo estaba dentro de “todas las personas” y por consiguiente tenía la gran oportunidad, de conscientemente, irradiar amor.

Casi siempre se me olvidaba voltear a verme y agradecerme cómo hoy lo hago contigo. Así que nuevamente te agradezco toda tu contribución, toda tu experiencia y todo el amor, ternura y compasión que has derramado e irradiado en este tiempo y espacio.

Si te suena, sientes o ves lindo el compartir este agradecimiento con alguien más, recuerda que es de ti para mi, de mi para ti y de ti para todos.

Nuevamente, gracias por irradiar tu amor.